lunes, 18 de octubre de 2010

Dr. Benway


Estas palabras no son más que un pequeño fragmento de lo que considero o creo que es mi vida, la cual, propiamente dicha o en su expresión más pura (un puzzle de destellos de ilusiones), no me importa en absoluto.

Como no son más que palabras, todo conocimiento que aquí intente transmitir, al igual que el de algunos posibles comentarios, son sólo, y no es poco, una aguja en un pajar con un mensaje secreto grabado con tinta invisible en su cuerpo, que me aporta, siendo sumamente optimistas (siempre me ha parecido un término ridículo), fortaleza para una realidad práctica.

Y es que uno contempla día a día esos documentales de niñatos y niñatas que se abrazan a rocas ontológicas hasta el fin de sus días, con su osito de peluche expulsando sus intestinos por la boca a causa de la presión que ejercen sobre él y vomitando sobre sus vecinos y progenitores. Gente que emplea su deliciosa esencia narrativa interna para darte cobijo entre sus heces, para intentar hacerte creer en la consciencia y dar por hecho que hablamos de amor cuando hablamos de sentimientos. Hambre, dolor, gente...energía que flota en el aire, una desnudez invisible y existente.

Ante semejante panorama de percepciones e impercepciones lamentables, a uno no le queda más remedio que navegar con remos de acero por una espiral cancerígena y apoyar la cara contra la pared fría de cualquier calle inmunda.
Me resulta tremendamente desesperanzador diagnosticar estupidez bajo los síntomas de pretender no equivocarte nunca cuando ya lo estamos de antemano, y tener que enviar a esos asesinos sociales a una farmacia pragmática.

No somos más que errores, larvas caídas de un árbol, indefensas y devoradas por los pájaros. Por eso he abierto una grieta en mi almohada, allí donde dulce y, en muchas ocasiones, estrepitosamente me apoyo. Para derramar el zumo de todo lo relativamente ajeno, absorberlo y tratar siempre de superar al maestro. Para convertirme en mariposa y huir de los murciélagos.





Que os revienten el ojete.







Música: Scott Walker - Next

martes, 5 de octubre de 2010

Poema nº13 de mañanas y noches en vela


Converso con el silencio a través de un camino de piedras que crujen y se retuercen por las promesas de la mañana. Tras un leve chirrido que apenas consigue perturbar mi exilio, el olor a terciopelo irrumpe con fuerza en mis sentidos. Lo veo en el cristal frío y seco, que refleja tu arrugada cara envuelta en un pañuelo azul, arrugada de todas las mañanas de aspiraciones. Un sonido lejano y un viejo hombre de campo me hacen contemplar los frondosos arbustos que dejamos atrás, que pierden poco a poco sus hojas y sus frutos. Me hacen pensar en invernaderos y en las macetas que instalo en mi dulce hogar para plantar robles con un poco de agua y ver el mundo florecer. Con un lápiz viejo escribo cada día mis pensamientos en el cuello de un embudo, como consuelo, y miro como se deslizan, olvidándose del cielo gris. Como un pinchazo en la sien, recojo una red invisible para tratar de atrapar mi arrepentimiento, pero sólo encuentro gasas mortales llenas de recuerdos de tu enfermedad, filtros imposibles que retienen al Sol, hermosa esfera universal, mi deidad imaginaria.




Música: Tindersticks - Can We Start Again