
Me pregunto por qué no me suicido. Me pregunto por qué me lo estoy preguntando, luego me digo que mejor no pensar así y acabo encendiendo un
cigarrillo.
No vale la pena pensar en un principio para lo que voy a decir, pues la imaginación suele jugarme malas pasadas y es el único enemigo, o eso creo, al que no he logrado combatir (hablaré de unidad, a pesar de las múltiples galaxias que abarca tal afirmación, porque el lenguaje demostrará, como siempre, su inexactitud y acabaré contradiciéndome como un idiota). Día a día, recibo ésto en mi mente y trato de ubicarlo en su debido lugar, pero siempre me angustio ante mi fracaso y dejo de dar vueltas por calles inhóspitas para enderezar mi camino a casa, quizá escuchando la dulce voz de Linda Thompson entonando Jet Plane in a Rocking Chair, quizá desmenuzando a partir de ella las diapositivas que pasan ante mis ojos de la Inglaterra de principios de los 70. En realidad (cien por cien discutible), también pienso en la exactitud del lenguaje y de la tierra, y en lo insensatos y malaventurados que somos las personas al tocarlo todo con nuestras manazas. "Tienes que"..."debes"... son palabras o combinaciones de éstas que me irritan y me hacen dudar de la capacidad humana.
No somos menos ridículos que las motas de polvo que flotan sobre nuestras camas una mañana cualquiera. Empeñados en ésto o aquéllo, en competir absurdamente sin reconocerlo o en lucir como árboles de Navidad, avanzamos a diez mil kilómetros por hora por autopistas de barro, a trompicones y lanzando piedras que rebotan contra las de nuestros inertes vecinos, sin cuestionar más que el proceso, sin reflexionar sobre el tiempo que se nos ha dado, cuándo, cómo y dónde acabará y qué empezará. Pero esa no es la verdadera cuestión. Nuestra naturaleza, o al menos la que algunos han querido incubar en nuestro interior, nos permite arrastrar y empujar sin tapujos. Vemos ante nosotros simples moldes que rellenar a base de escupitajos para fabricar nuestros pasteles. No hace falta mencionar a estas alturas el egoísmo programado en nuestras células, que no son más que simples átomos y un mecanismo de defensa contra la agresividad ajena, poco temible teniendo en cuenta lo que somos y lo que acabaremos siendo tarde o temprano. Discusiones, peleas, desperdiciar minutos, días y horas analizando a fondo estupideces y tonterías potenciales, basureros de oro...todo está permitido para aumentar nuestras "riquezas".
Seguramente, si un día decidieras adentrarte en un profundo bosque, temerías más la acción de tus seres próximos que la de un animal herido. Y es que reptamos por los siglos de los siglos, siseamos al aire, que es lo que de alguna manera somos, e inyectamos nuestro veneno abstracto llamado "amor" (tontería potencial) en lo más alto de una pirámide imposible, derrumbándonos bajo unos cimientos desgastados, cavando nuestra propia tumba como una enfermedad mortal y duradera.
Sin más dilación y escapatoria, y con el leve consuelo de gritarle al vacío, me voy a dar un paseo por la playa.
Inspiración:
Jack Kerouac - Los subterráneos
Scott Walker - It's raining today
Tom Waits - In the neighbourhood
El cielo
Tú y yo