jueves, 15 de julio de 2010

Granos de arena y sal (poema en prosa para una lápida)


Una amplia montaña de asfalto. Éso y el calor fueron los asesinos de aquel extremadamente caluroso día de cuadernos viejos y lápices rotos. Los afilé y mis ojos se convirtieron en cristales translúcidos. Intenté leer, pero sólo pude leer agua. La marea subía tras mis dos manchas negras, sucias como aquella roca. En cierta manera, viéndome reflejado en aquel cristal que la cubría y protegía, me sentí aliviado.

Tomé mi bolsa de flores secas, maltratadas por el viento, y descendí lentamente, ausente, por el mismo camino. Los árboles, el viejo río y el aroma de la infancia me convencieron para tomar un desvío poco antes de mi meta, de mi origen. En pensamientos circulares e imposibles, todo acaba en mi mente tal y como empezó en cualquier otra parte. Creé música con mis ojos, también protegidos por un hada, y conté los granos de arena de mi playa imaginaria, discriminando a todos por igual. Tú primero, él después...tú no. Mi boca seca ansiaba palabras, tanto como mis dedos magullados clamaban por unas notas huecas, resonantes en el vacío inconformista; notas que nadie más escuchará.

Las uñas rojas seguirán clavadas en mis pulmones, para que no pueda emitir ningún sonido, para que pulule sin nada concreto que decir, buscando solamente nuevas canciones, nuevos sentimientos.

-Un secreto es un secreto -dijo la ducha matutina que calienta mi alma-.






A sculpture is a sculpture, marmelade is marmelade, and a sculpture of marmelade is a sculpture but it isn't marmelade.







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